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Inicio de una historia a tres bandas

Soñábamos con un bebé. Ahora que está con nosotros estamos encantados, pero nuestra vida de pareja se ha trastornado por completo. ¿Cómo podemos hacer la transición de una vida de pareja sin hijos a la de padres sin olvidarnos de nosotros mismos?

3 minutos leer Feb. 3, 2016

No nacemos padres, nos hacemos padres. Y esa es una ocupación a tiempo completo que es preciso aprender con la práctica. En efecto, al convertirnos en madre o padre descubrimos una nueva misión. La relación de pareja se redefine, las prioridades cambian y los deseos también.

¡Menuda revolución!

Un recién nacido en casa te cambia la vida. No solo porque hay que tener provisiones de pañales o levantarse a media noche para darle de comer. La llegada de un bebé también despierta en ti sentimientos que no conocías, una sensibilidad que ignorabas. La única manera de saber cuál es la magnitud de este gran cambio es viviéndolo.

El papá también vive ese cambio radical. Aunque se le deje un poco de lado durante las primeras semanas, tú puedes ayudarle a desempeñar el nuevo papel de padre. Para ello, es fundamental transformar la relación de fusión con tu niño en una auténtica relación a tres bandas: mamá, papá y el bebé. Si necesitas algunos consejos, no dudes en leer la sección dedicada a los papás. Y no olvides el programa “¡Vamos papá!” que acompaña a los padres primerizos en esta bella aventura.

Cuando te conviertes en madre o padre se plantean muchas preguntas: ¿Estaré a la altura? ¿Querré a mi hijo? ¿Existe el instinto maternal? ¿Y el paternal? Son preguntas legítimas, aunque a menudo basta mirar al bebé para saber la respuesta: en realidad, es él quien nos enseña a ser padres.

Una auténtica complementariedad

Un bebé se concibe entre dos. La crianza también es conveniente efectuarla entre dos. La imagen del padre de familia que gobernaba con mano de hierro sin dar un biberón o cambiar un pañal ya forma parte del pasado. En la actualidad, los nuevos padres incluso tienen derecho a un permiso de paternidad, eso demuestra que los roles están mejor repartidos. Además, la mayoría de los papás participan de buena gana en los cuidados del bebé. Es cuestión de practicar la complementariedad y apoyarse mutuamente. Establecer, por ejemplo, turnos para levantarse durante la noche. Cuando uno esté cansado, el otro se encargará de cambiar al bebé o bañarlo. Así es como se va consolidando día a día la relación a tres bandas.

¿Y qué pasa con la relación de pareja?

Cuando el bebé nace es normal concentrarse en él y dejar la relación de pareja en un segundo plano. Pero es importante superar esa fase y considerar que la vida de pareja ya no volverá a ser igual. Entonces, ¿por qué no aprovechar para reinventarla?

Es evidente que los padres tienen menos tiempo disponible, pero todo es posible cuando realmente se tiene la voluntad de conseguirlo. Aprovecha las oportunidades para darle a tu pareja un masaje o compartir juegos sensuales. Cuando el bebé se duerme por fin, nada mejor para relajarse que un baño con tu pareja. ¿Ya no salen por la noche? No importa, organiza en casa una cena romántica, una velada relajada... y juguetona.

No dudes en recurrir a los abuelos. Ellos estarán encantados de quedarse con el bebé mientras los padres salen una noche.

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