Para un bebé, llorar es una manera de expresarse. A través del llanto el bebé avisa cuándo tiene hambre, está cansado o se aburre. Pero, al principio, esta forma de comunicación resulta difícil de descifrar. Aquí te damos algunas pautas para lograrlo.
¡Los bebés caprichosos no existen!
El bebé llega al mundo llorando. Esa reacción es vital, su sistema respiratorio se pone en marcha al entrar en contacto con el aire. Después, en sus primeras semanas, los llantos del recién nacido, aunque a veces sean difíciles de soportar, son la prueba de que está vivo y vigoroso.
Al contrario de lo que nos ocurre a los adultos, en un bebé el llanto no es necesariamente un síntoma de tristeza. Es un medio de comunicarse con el mundo exterior y hacer saber lo que necesita: un poco de cariño, una presencia, comida, etc. También puede querer decir que le duelen las encías o el estómago. A veces incluso, muestra su enfado... ¡cuando siente que no le entendemos! En cualquier caso, el llanto le tranquiliza y le libera de sus tensiones.
Cuando el bebé llora, es necesario ir a verle porque expresa la necesidad de atención. Entonces tienes que hacerle sentir que te estás ocupando de él. Pero tranquila, eso no significa que lo vayas a convertir en un consentido. Al contrario, saber que cuenta contigo le ayudará a forjarse una imagen tranquilizadora del mundo, le ayudará a crecer.
¿Llora para llamar la atención o realmente le duele algo?
La gran dificultad radica en diferenciar los tipos de llanto. Desafortunadamente, el manual de instrucciones no viene incluido en la entrega, por lo que es preciso redactarlo juntos día a día. Pero en algunas semanas, podrás reconocer de inmediato el tono, el volumen, "la música" de los llantos de tu bebé y distinguir si tiene sueño, siente hambre o su pañal está sucio...
Mientras tanto podrán ayudarte algunas observaciones de simple sentido común. El llanto de tu bebé no será por motivos muy graves si se calma tan pronto como lo coges en brazos y vuelve a empezar en cuanto lo vuelves a acostar. Evidentemente, si eso le ocurre las 24 horas del día, puede convertirse en un problema y habrá que explicárselo: "Cariño, mamá tiene que ducharse y te va a dejar un ratito en la cuna aunque llores un poco. Verás que bien va a oler después, y así podremos salir juntos a dar un paseo".
En los primeros meses, el bebé llora también cuando tiene cólicos: los dolores de barriga parecen importantes de verdad y no siempre resultan fáciles de calmar, ni siquiera en brazos.
Algunos trucos para calmarlo (y calmarse)
Cuando el bebé se pone a llorar, el primer reflejo consiste en intentar encontrar la razón para así poder calmarlo. Pero claro, eso no siempre es fácil. Dale un repaso a los posibles problemas e intenta las diferentes soluciones: unos mimos, una siesta, su peluche preferido, etc.
¿Y si eso no funciona? No te asustes. No te quedes sola en casa con tu bebé: ¡sal! Tanto el carrito de paseo como el coche tienen un increíble efecto calmante sobre los recién nacidos.
¡Y no te olvides del papá! Aunque al volver del trabajo esté un poco cansado, confíale el bebé un ratito para ir a tomar el aire o para hacer una visita a tu mejor amiga. Verás cómo, aunque al principio se sienta un poco inquieto con esta responsabilidad (y tú también, confiésalo), pronto sabrá apreciar ese momento único que se le ofrece para disfrutar de su bebé.