¿Cómo recuperar la línea después del embarazo?
Diego, papá de Miguel "Tras el nacimiento de nuestro hijo, mi mujer empezó un régimen para perder esos kilos de más. Para animarla y, sobre todo, para evitar que cayera en tentaciones, yo también me apunté al régimen. Conseguí perder la barriga que yo también había ganado durante el embarazo". Rollitos en la barriga, muslos flácidos, brazos rollizos. Hay que reconocer que los kilos ganados con el embarazo no se van tan fácilmente. ¡Pero no tengo intención de darme por vencida!
Ya conoces la teoría: comer de forma equilibrada, reducir las porciones y hacer deporte. ¿Piensas que es fácil decirlo pero difícil ponerlo en práctica? Un poco de voluntad, unos buenos consejos y todo volverá a su sitio.
Tómalo con calma
De ningún modo adoptes dietas drásticas, que no tengan en cuenta los resultados a largo plazo, ni empieces a torturarte todos los días en el gimnasio. Espera a estar recuperada del parto para pasar a la acción y mantén la calma. El embarazo y el parto son pruebas durísimas para tu cuerpo, por lo que antes de exigirle nuevos esfuerzos, tienes que darle unas semanas de tregua. ¡Verás cómo tu recuperación será aún mejor!
Después de las semanas de descanso, calcula los kilos que tienes que perder, sin pasarte de la raya: el objetivo ideal es recuperar el peso que tenías antes del embarazo, con un kilo o dos de más si quieres. ¡No sirve de nada poner la vara demasiado alto!
Resulta muy difícil fijarse un límite de tiempo. Algunas mamás perderán los kilos del embarazo en cuestión de meses, mientras otras tardarán más de un año. ¡Cada mujer es un mundo! No te dejes engañar por las imágenes de las madres de papel cuché, que supuestamente recuperan su línea de adolescentes en pocos días. Perder tanto peso en tan poco tiempo puede ser peligroso para la salud.
Ten en cuenta, además, que dar el pecho te ayudará, ya que facilita la pérdida de peso naturalmente.
Dieta equilibrada
Nunca podrás perder peso sin una dieta equilibrada. Es importante comer de todo, pero siempre en cantidades razonables. Empecemos por el número de comidas. No es aconsejable saltarse ninguna, así que tendrás que acostumbrarte a consumir diariamente 3 comidas principales y 2 meriendas entre las comidas. Así evitarás los ataques de hambre y reducirás el impulso de comer a cada momento.
Recuerda los alimentos indispensables. Las verduras y hortalizas aportan vitaminas y fibras. Consúmelas siempre cocinadas al vapor o hervidas y poco aliñadas, un chorrito de aceite de oliva puede ser suficiente. Evita las salsas grasosas. Las frutas también aportarán vitaminas y fibra, no olvides comer tres porciones de frutas al día.
Para obtener proteínas, consume carnes magras (ternera, filete de cerdo), carne de ave sin pellejo (pollo y pavo) y pescado (blancos o azules). También carne roja con poca grasa, como el filete de res (este tipo de carnes es rica en hierro, así que no caigamos en el error de dejarlas de lado).
Los lácteos proporcionan calcio. Dale prioridad a los productos bajos en calorías (leche, queso o yogur descremados) y, si hablamos de los quesos convencionales, puedes saborearlos hasta dos o tres veces a la semana. Por el momento ese es el límite. No te olvides que las féculas o hidratos de carbono brindan un gran aporte energético, por lo que es preciso consumirlos en cantidades razonables.
Por ahora evita los productos grasos y con azúcares, como embutidos o pasteles.
Toma agua, té, infusiones y refrescos light. Y recuerda que el alcohol y los refrescos muy azucarados están prohibidos.
Si sientes hambre, come una manzana y acompáñala con un refresco light. ¡Nada de empanadas! Aunque de vez en cuando, concédete un pequeño capricho que te ayude a mantener la motivación.
Si te parece demasiado difícil y necesitas ayuda, consulta con un dietista, él te ayudará a adquirir buenos hábitos alimentarios y te propondrá un programa nutricional personalizado.
Me muevo y me cuido
Junto con una alimentación equilibrada, el ejercicio físico te ayudará a perder peso. Al principio, empieza con actividades ligeras, como caminar o nadar. Más adelante, podrás retomar tus clases de tonificación en el gimnasio o correr los domingos.
Procura no esforzarte demasiado. Y no olvides descansar. Recuerda que los resultados dependen más de la regularidad que de la intensidad, dos sesiones de abdominales de 20 minutos a la semana son más eficaces que dos horas de deporte intenso al mes.
Y, por último, no olvides mimarte un poco. Sesiones anticelulitis, tratamientos reafirmantes en un centro de belleza... ¡El deber no está reñido con placer!
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