El pequeño se convierte en un hombrecito
Junto con hablar y andar es una de las grandes etapas que convierten al bebé en uno de nosotros: un ser andante y parlante. Durante siglos, se impedía que los bebés gatearán para que no parecieran animalitos. Desde el momento del nacimiento, se pretendía que tuvieran una silueta humana. Era preferible saltarse las etapas intermedias.
Lo que queda claro es que el bebé cambia su estatus cuando empieza a andar. En Mali, incluso les cambian el nombre, ya que pasan de la categoría de pimpiné ("bebé blando"), a la de tangtanga, onomatopeya que hace referencia al paso vacilante de los bebés cuando empiezan a andar.
Cada bebé empieza a andar cuando le llega el momento de hacerlo
Todo se precipita el día en que se suelta de la mano. Cada día sus pasos son más firmes y empieza a ir donde quiere y cuando quiere. Ya tiene una autonomía considerable. Aunque los padres esperen con impaciencia a que su bebé se lance, los niños van a su tiempo. El momento en que empiezan a andar o el que empiezan a hablar llega en épocas diferentes. La madurez fisiológica no lo es todo. Algunos niños tienen muchas ganas de andar solos y otros lo piensan bien antes de hacerlo. Entre el momento en que el bebé perfila sus primeros pasos con ayuda y el momento en que se lanza pueden transcurrir unas cuantas semanas o meses. De hecho, los bebés caminan solos entre el año (los más precoces) y los dos años (los más rezagados).
¿Por qué los bebés tienen que crecer rápido?
En Japón, un país en que los niños tradicionalmente han sido más mimados y consentidos que en Occidente, no se les presionaba para que caminarán. De hecho, normalmente siempre aprendían a hablar antes. En los años 20, por influencia de las costumbres occidentales, el gobierno llevó a cabo una campaña propagandística para que las madres animarán a sus bebés a que caminarán. Antiguamente se pensaba que no era bueno que los bebés menores de un año estuvieran de pie. Las madres los llevaban siempre a cuestas. Además, les daban de mamar durante más tiempo. Fue entonces cuando los poderes públicos las incitaron a dejar de dar el pecho a los bebés antes, a los ocho meses.
Andar: el arte de entrar en el mundo de los mayores.
Se emancipa de nuestros brazos y sus pasos le llevan donde quiere (o casi). Este "donde quiere" es lo que centra toda su atención. En general, nos limitamos a apartar de su recorrido en zigzag todos los objetos susceptibles de caerse, romperse, hacerlo tropezar, etc.
Sin embargo, ¿sabías que, antiguamente, cuando los niños japoneses ponían un pie en el umbral de la casa, estaban haciendo algo totalmente prohibido? ¿Que se les enseñaba a no poner el pie sobre la unión de dos esteras? Para disuadirles, se les decía que antiguamente debajo de las esteras se escondían unos samuráis que sacaban sus espadas por entre la unión de las esteras y atravesaban a sus habitantes.
Es la versión extremo oriental del "Coco" que aterroriza a los niños . Ahora que ya sabes andar, sé prudente. Ya no te llevo en brazos. Que sepas que el mundo es peligroso. Para empezar, lo que acecha a tu nuevo bebé caminante son las caídas continuas y las chichotas, así que no tardará en venir a buscar consuelo a tus brazos.
Tampoco es cuestión de hacer lo mismo que los indios cris de la bahía James (Canadá), que no dejan a los niños ni cruzar la puerta de la casa. Los niños pequeños no pueden caminar por el exterior de la casa antes de la ceremonia de los primeros pasos, la "Walking Out" o "marcha en el exterior". Esta gran fiesta que reúne a toda la familia en una tienda decorada tiene lugar cuando el niño ya está listo para andar solo. Por primera vez, coincidiendo con el amanecer, sale al exterior solo, guiado por su madre, que previamente ha trazado un caminito con ramas de ciprés. Da la vuelta alrededor de un árbol y vuelve a la tienda, donde está toda su familia aclamándole. Los niños van vestidos de cazadores y llevan un fusil en miniatura; las niñas, llevan un hacha y un palo, a modo de instrumento que sirve para encender el fuego y preparar la comida. La tradición sirve para recordar que empezar a andar y salir al amplio mundo significa entrar en una existencia social, emanciparse de la esfera maternal.
Para él, el primer contacto con el exterior supone un cambio radical
No te cansarás de verlo ir de aquí para allá y de marcharse a donde quiere sin pedir permiso. Sin embargo, piensa que el niño es quien más nota este cambio tan importante. Para él todo se ha transformado: su percepción del espacio, su equilibrio, su posición, etc. Así que, si en ocasiones está impaciente, caprichoso, llora por cualquier cosa o ya no quiere comer solo, ten paciencia. Tiene toda la razón del mundo para estar un poco inquieto.